¿Fobia a la pedagogía y desprecio a los docentes?
Los mismos que hace un año desprestigiaron al profesorado, con una interpretación sesgada de los exámenes de oposiciones, ahora lo humillan proclamando su esterilidad.
Por Ángel I. Pérez Gómez.
Universidad de Málaga.Correo-e: apgomez@uma.es
Como pone de manifiesto la propuesta avanzada por el Presidente de la Comunidad de Madrid -de habilitar a cualquier licenciado, sin formación profesional específica, para ejercer la profesión docente- la consideración que la profesión docente merece al laboratorio neoliberal del partido conservador, que tiene ahora su sede en la Comunidad de Madrid, es bien evidente. Esperanza Aguirre, en un artículo de opinión en ABC en contra de la pedagogía, y la señora Gomendio, Secretaria de Estado de Educación, atribuyendo, de manera increíblemente falaz, el mayor gasto educativo al incremento de sueldo de los docentes, culminan esta escalada.
En contra de los avances de la investigación en neurociencia, psicología y pedagogía sobre cómo enseñar para provocar aprendizaje, y en las antípodas de los sistemas educativos más satisfactorios (Finlandia, Singapur, Japón, Canadá, Nueva Zelanda), para el Partido Popular la educación se reduce a la mera transmisión unidireccional de información: de la mente del profesor o del libro de texto a la mente del aprendiz y a los exámenes memorísticos. Para esa responsabilidad profesional no se necesitan expertos en docencia. Cualquier licenciado puede explicar su materia u otras, más o menos afines, ayudado por el libro de texto. Este no es más que el primer paso para disolver la profesión docente: primero reducir la docencia a transmisión de conocimiento, después sustituir la transmisión personal por la transmisión digital. No seamos ingenuos, la estrategia ultraliberal está diseñada y planificada esperando entrar en acción en el momento oportuno.
Educar no es solo ni principalmente transmitir información y conocimiento, sino ayudar a que cada uno aprenda a desarrollar sus capacidades hasta el máximo de sus posibilidades, y a que elija su propio camino. El docente es más necesario que nunca en esta época de complejidad, incertidumbre y cambio acelerado, pero no para limitarse a transmitir información, sino para tutorizar, orientar y estimular el desarrollo singular de cada aprendiz, con la pretensión de que cada ciudadano en formación desarrolle las competencias que requiere el complejo mundo contemporáneo: pensar, comunicar, diseñar, hacer, cooperar, evaluar y crear.
Escrito por
Asesor y consultor en ciencias pedagógicas y políticas educativas .